Con el Mundial de Clubes 2025 y el Mundial 2026 en camino, la designación de Estados Unidos como sede principal genera preocupaciones que van mucho más allá de lo deportivo.
Mientras la FIFA predica inclusión y diversidad, EE.UU. intensifica sus políticas migratorias excluyentes, muchas heredadas y fortalecidas bajo la influencia del expresidente Donald Trump.
Redadas masivas, detenciones sin causa, discriminación por color de piel, trato inhumano a migrantes e incluso limitaciones en el otorgamiento de visas forman parte del panorama actual.
En este contexto, ¿qué garantías existen para jugadores, periodistas, hinchas y delegaciones que provienen de paises de todo el mundo?
¿Tendrán acceso libre y seguro?
¿Podrán los clubes y selecciones contar con todo su personal?
¿Están protegidos los principios básicos de movilidad, dignidad e igualdad?
Las recientes denuncias por detenciones arbitrarias, racismo institucional y deportaciones forzadas (algunas incluso contra ciudadanos estadounidenses) confirman que designar a EE.UU. como sede de dos de los eventos más importantes del fútbol mundial es un grave error político y humanitario.
Cuando los derechos humanos se subordinan a la política del miedo, el espíritu del deporte pierde su sentido.
FUENTE : WALTER MORALES MIRANDA, LINEA ABC