El poder escribir una crónica de la mejor final de la historia de los mundiales es un placer, presenciamos un espectáculo sin igual con un guion extraordinario, que coronó al mejor jugador del mundo, Lionel Messi, como el rey del fútbol de nuestra época.
El partido comenzó con una sorprendente superioridad de Argentina,
Di María, marcaba diferencias y logró que Dembélé le cometa un penal, que Messi
lo transformó en gol a los (23´), era tan dominante el juego de la albiceleste que
a los (36´) fruto de un contragolpe a puro toque, Di María anotaba el segundo, Argentina
ganaba con total justicia y los galos estaban desaparecidos del partido, era
tan pálida su actuación que Deschamps dispuso dos cambios en el primer tiempo, renovando
por completo su delantera.
El segundo tiempo mostró una mejora en Francia pero la
ventaja seguía firme, hasta que a los (80´) fruto de un penal claro, Mbappé
marcaba el descuento a los (80´), la albiceleste entró en shock y a los (81´) nuevamente
Mbappé anotaba y empataba el partido, los errores en la defensa argentina eran
capitalizados por los galos, todo el esfuerzo y la superioridad mostrada por Argentina
parecía venirse abajo, estaban para el golpe nocaut, perdida en el campo de
juego soportando la avalancha francesa, se
venía una tormenta perfecta… pero apareció el aura del 23 para tapar todo lo
que pasaba por el arco y de esta manera llevaba a su equipo al tiempo extra.
El alargue era tierra conocida por los de Scaloni, que
pusieron la pelota contra el piso y comenzaron a jugar, de esta manera recuperaron
la confianza perdida, era un partido de ida y vuelta, de infarto, hasta que a
los (108´) gracias a una jugada de equipo brillante, Lionel Messi, anotaba el
tercero, parecía que la historia estaba escrita, quedaban 10 minutos, era
momento de defender, de rezar a nuestro santo preferido, de hacer la cábala. Lamentablemente
el guionista tenía otros planes, Mbappé dispara al arco con tan mala fortuna
que toca en la mano de Montiel, el árbitro cobra penal, a los (118´) Mbappé
anotaba su hat trick y el empate transitorio.
Con las emociones a flor de piel aun había tiempo para un
milagro, fruto de un pelotazo el francés Muani queda mano a mano con el Dibu Martínez,
que a puro reflejo tapó la última del partido, y de esta manera mandó el partido
a penales.
Dicen que los penales son suerte, pero cuando tienes al Dibu
Martínez de tu lado ese dicho es bastante discutible.
Mbappé anotó el primero para Francia marcando su cuarto gol
del partido, Messi respondió con un disparo a sangre fría, de ahí en más comenzó
el show del Dibu Martínez que le tapó el penal a Coman, desatando el festejo de
millones y un mar de dudas en el conjunto galo, un golpe psicológico letal para
el siguiente pateador, Tchouameni, el jugador del Real Madrid, que habló bastante
en la previa del partido, sus nervios lo traicionaron y mandó su penal lejos
del arco, con 2 penales de ventaja llegaba el momento decisivo, Montiel tenía la
responsabilidad de coronar a la Argentina tras 36 años y de esta manera hacer olvidar
el penal regalado en el alargue, lo pateó como los grandes, no falló, Argentina
campeón del mundo.
La figura del partido fue Lionel Messi, en el podio Enzo Fernández,
Alexis Mac Allister y el inolvidable fideo Di María.
La Escaloneta escribió su nombre en la eternidad, enhorabuena
Argentina.
Autor: Walter Morales Miranda, corresponsal de prensa Radio ADA 102.5 FM
#lavozdeada