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Por Maria Fe Celi Reyna
El 24 de noviembre, luego del Día de Acción de Gracias, Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, publicó en su cuenta de X un video con imágenes del banquete que tuvo el presidente Xi Jinping con sus amigos, el 17 de noviembre en San Francisco.
La visita del mandatario chino a la ciudad estadounidense se dio en el marco del trigésimo encuentro del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), que tuvo lugar entre el 11 y 17 de noviembre.
El video recopila imágenes de estadounidenses con quien Xi ha estrechado lazos durante su vida. El título que le colocaron fue: "conmovedores momentos en San Francisco".
La única autoridad visible es el gobernador de California, Gavin Newson. No sale ningún representante, al menos conocido, del régimen de Washington.
Este cortísimo video simboliza la apuesta de China en su relación con EE.UU., luego de la visita de Xi.
La reunión entre presidentes
La reunión bilateral entre Xi y Biden fue lo que más captó la atención de la prensa durante los días de la APEC, en un encuentro que duró cuatro horas.
Se trataron diversos temas que incluyeron aspectos tanto de la relación bilateral como de la coyuntura internacional. La última vez que ambos mandatarios se encontraron fue en Bali, en 2022, durante la cumbre del G20.
Xi explicó la mirada china del mundo y el rol que la relación bilateral podría tener. Le dijo que tenían dos opciones. Por un lado, podían apostar por la solidaridad y cooperación para juntos enfrentar los retos del mundo actual, así como fomentar la seguridad y prosperidad global. Por otro lado, EE.UU. podía seguir con su mentalidad de juego suma cero y provocar más rivalidad y confrontación. Agregó que el mundo era suficientemente grande para los dos países.
Luego, Xi explicó las características básicas de la "modernización china" (un concepto que merece una columna aparte), así como la estrategia y objetivos de desarrollo para alcanzarla. Insistió con que China no tomará el "viejo camino de colonización y saqueo" ni que buscará "hegemonía". Tampoco exportará su ideología ni buscará superar a EE.UU. En otras palabras, le dijo que los chinos no son ni serán como los estadounidenses.
Del mismo modo, expresó que esperaba que EE.UU no busque limitar su crecimiento con sanciones unilaterales ni entrometerse en asuntos internos de China; es decir, que no intervenga en Taiwán. Xi lo dijo con toda la claridad posible: la isla es el punto más importante de la relación bilateral y, por tanto, Washington debe dejar de armar y apoyar al separatismo taiwanés.
Los pilares en la relación
Xi planteó cinco pilares sobre los cuales se debería sostener la relación entre los dos países. Primero, explicó que deberían desarrollar la "percepción adecuada", es decir, conocer claramente lo que cada lado quiere y buscar construir lazos. Segundo, manejar de manera efectiva los desacuerdos. Tercero, fomentar una cooperación ganar-ganar. Cuarto, asumir de manera conjunta y responsable, como las dos potencias que son, la solución de los problemas del mundo. Por último, promover los intercambios de persona a persona.
Por su parte, Biden enfatizó que ambos países están en competencia y que EE.UU. continuaría fortaleciéndose y apoyando a sus aliados. Para él, el mundo espera que China y su país sepan manejar la competencia responsablemente y prevenir que se transforme en conflicto, confrontación o en una guerra fría.
A pesar de las discrepancias, ambas partes llegaron a 20 acuerdos, entre los que se incluyeron retomar la cooperación bilateral para combatir el tráfico de drogas, incluyendo el fentanilo; retomar la comunicación de alto nivel entre Ejércitos y empezar un espacio de diálogo para discutir temas relacionados con la inteligencia artificial. Ambos acordaron la importancia de la lucha contra el cambio climático.
La reunión se dio en un ambiente cordial. Incluso, Biden bromeó con Xi al mostrarle la conocida foto del mandatario chino durante su primera visita a San Francisco en 1985. Biden le dijo: "no has cambiado nada", y provocó risas.
Luego de la reunión, el mandatario estadounidense se reunió con los periodistas y dijo nuevamente que Xi es un dictador. Al día siguiente, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, declaró que EE.UU. seguiría armando a Taiwán.
Esto no fue ninguna sorpresa para el lado chino.
Sospecho que la prensa occidental no reporta sobre la larga fila de políticos estadounidenses que desfilan por Beijing. Los más relevantes han sido Antony Blinken y la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen. Hasta el mismo Henry Kissinger, con 100 años, visitó China para intentar intermediar entre ambos países. El último en darse una vuelta por la nación asiática fue el gobernador de California.
Todos se van de China diciendo palabras bonitas y al aterrizar en EE.UU., tanto ellos o alguien del Gobierno, deshacen todo lo dicho y acordado.
La política exterior estadounidense con relación a China es irracional y tan impredecible que no es posible esperar nada de Washington. Han exacerbado su retórica anti-China cuando ambas economías están intrínsecamente relacionadas. Luego de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la Unión Europea (UE), EE.UU. es el mayor socio comercial de China. En los últimos dos años el comercio entre ambos ha llegado a 760.000 millones de dólares.
EE.UU. no puede desligarse, pero tampoco puede decir que necesita a China. Por eso, se inventan términos como de-risking e insiste con que están compitiendo cuando hace mucho que EE.UU. dejó ser una economía industrial y quedó atrás. En Washington se han metido en una encrucijada.
Xi y los empresarios: la reunión importante
El mismo 15 de noviembre, el Comité Nacional de Relaciones EE.UU.-China, el Consejo de Negocios sinoestadounidense, la Sociedad Asia, el Consejo de Relaciones Exteriores y la Cámara de Comercio de EE.UU. organizaron una cena de bienvenida para el presidente chino. Asistieron CEO de diversas corporaciones como Elon Musk, Tim Cook y Bill Gates.
Xi Jinping es, probablemente, el único comunista que puede hablar públicamente sin ser perseguido o cancelado por la sociedad estadounidense. Parte de su discurso tuvo mucho en común con los puntos tratados en la reunión con Biden. Habló del sistema de gobernanza chino y hasta se dio el "lujo" de explicar que el socialismo no es ni pobreza material ni ética. Agregó que lo que se busca en China no es que unos sean millonarios, sino alcanzar prosperidad común para todos.
Abogó por un sistema de gobernanza global con la ONU como centro. Insistió con que la lógica china es ganar-ganar y le preguntó a su audiencia si China y EE.UU. eran enemigos o socios.
Lo novedoso fue que Xi hizo una oda a la relación entre los pueblos de ambos países. Empezó desde 158 años atrás cuando chinos fueron a construir rieles a EE.UU.
Recordó la importancia de San Francisco, ya que la ciudad alberga el barrio chino más grande del país y fue donde tuvo lugar la conferencia previa a la fundación de la ONU.
También mencionó a los Tigres Voladores, el escuadrón de aviadores que apoyó a China durante la Segunda Guerra Mundial cuando los japoneses arrasaban con el país. Xi tampoco dejó de lado a la emblemática "diplomacia del ping-pong" que se dio durante la década del 70.
Como siempre, el presidente chino recordó su experiencia en Iowa, en 1985, y a los amigos con los que mantiene vínculos hasta hoy y a quienes invitó al banquete del día 17. De hecho, cada vez que visita EE.UU., hace un espacio para ellos. En su discurso dijo: "Para mí, ellos representan a Estados Unidos".
El deseo de China
Si los estadounidenses decidieran dejar su retórica anti-China atrás y volver a los tiempos en los que, según el discurso oficial, eran amigos, los chinos estarían felices.
La retórica de guerra fría y competencia promovida por EE.UU., también ha sido incorporada en el discurso de muchos críticos del régimen de Washington, pero la mentalidad china es muy diferente.
Lo cierto es que el Partido Comunista de China ha hecho la promesa al pueblo asiático de llevar a cabo la revitalización de la nación. Esto incluye convertirse en una sociedad socialista moderna para el año 2049, lo que, a su vez, implica desarrollar un sistema de bienestar para 1400 millones de personas.
Para lograrlo, China necesita generar un nivel de riqueza incalculable. Por ello, lo último que los chinos quieren es ver a EE.UU. caer. Son dos economías tan entrelazadas que también sería un golpe para la economía china. Además, exacerbaría aún más la retórica anti-China y aumentarían las tensiones.
Lo que hizo Xi en San Francisco fue "resetear" la relación poniendo énfasis en los vínculos entre personas y no entre gobiernos. Como dijo Xi en su discurso: "las bases de las relaciones entre EE.UU. y China fueron sentadas por nuestros pueblos".
Xi fue a decirle a los empresarios que China está abierta a sus negocios, siempre y cuando ellos respeten el país. Al pueblo estadounidense, que eran bienvenidos y que había que defender el vínculo entre ambos países.
En cuanto al gobierno en Washington, les dejaron la puerta abierta para mejorar la relación.
Los aplausos de los empresarios estadounidenses parecieran indicar que aceptan la invitación y que ellos también ya tuvieron suficiente con el circo en Washington. Siguiendo con las palabras de Xi: "no importan las tensiones (…) la relación entre los pueblos marcará la pauta".
Todo indica que veremos más acercamiento entre ellos mientras que, en Beijing, esperan un gobierno estadounidense más racional con el cual tratar.
Maria Fe Celi Reyna es analista política peruana. Reside en China desde 2018. Se especializa en temas relacionados a China, América Latina y el surgimiento del nuevo mundo multipolar. Es candidata a doctora en Historia global por la Universidad de Shanghái. Twitter: @mfceli