Miles de violentos seguidores del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro intentaron ayer un “golpe de Estado” en busca de derrocar al mandatario Luiz Inácio Lula da Silva. La turba de manifestantes tomó el Palacio del Planalto, el Congreso Nacional y el Supremo Tribunal Federal, en Brasilia, y se enfrentaron con la Policía.
Ante los hechos violentos, el mandatario decretó ayer en la tarde la intervención de las fuerzas federales en el Distrito Federal, demarcación que contiene los edificios gubernamentales asaltados por la turba de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro.
De acuerdo con la presidencia brasileña, el artículo 34 de la Constitución faculta al Gobierno federal a recurrir a la intervención de competencias en entidades subordinadas, como el Distrito Federal, por motivos de seguridad.
El presidente Lula calificó de vándalos a quienes invadieron las sedes de los tres poderes en el país sudamericano.
Las tomas se iniciaron desde la mañana de ayer, cuando los partidarios de Bolsonaro invadieron el Palacio de Planalto, sede del Gobierno, y el Congreso Nacional en la ciudad de Brasilia.
Los manifestantes rompieron los cordones de seguridad y confrontaron a la Policía en la Explanada dos Ministerios, que trató de dispersar a la multitud con gas pimienta.
Según los medios locales, en la zona había tres autobuses con agentes de seguridad, pero no resultó suficiente como para contener a los manifestantes, que llegaron al Congreso Nacional vistiendo en su mayoría los colores verde y amarillo, superaron una barrera policial y subieron la rampa que da acceso al techo de los edificios de la Cámara de Diputados y del Senado.
Los manifestantes aparecieron en el techo, pero también en todos los jardines adyacentes, incluido el Palacio Presidencial de Planalto.
La Policía brasileña utilizó gases lacrimógenos para tratar de repeler a los manifestantes, que se concentraron fuera del edificio.
En las primeras imágenes desde el lugar de los hechos se aprecian ventanas rotas y humo en algunos puntos.
El ministro de Justicia de Brasil, Flávio Dino, afirmó que “no prevalecerá” la voluntad de los bolsonaristas radicales que han invadido las sedes de los edificios citados.
El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, repudia los “actos antidemocráticos” y denuncia que los bolsonaristas “deben someterse con urgencia al rigor de la ley”. “Hablé antes, por teléfono, con el gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, con quien he estado en contacto permanente. El gobernador me ha informado de que está concentrando los esfuerzos de todo el aparato policial para controlar la situación”.
Los congregados protestaban contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió el cargo el 1 de enero. Algunos de ellos hacían referencia a un extracto de la Constitución del país, que dice que “todo el poder emana del pueblo”.
En su mayoría vestidos con camisetas amarillas y verdes y banderas brasileñas, los manifestantes atacaron algunos vehículos de la Policía Legislativa, que vela por la seguridad del Congreso.
En su marcha hacia el Congreso, los manifestantes también destrozaron las barreras de protección y armados con palos se enfrentaron a los agentes del ayuntamiento, que intentaron contenerlos sin éxito.
El ministro jefe de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Paulo Pimenta, afirmó que la manifestación proviene de “una minoría golpista” que incita a la violencia.
“Estamos seguros de que la mayoría del pueblo brasileño desea la unidad y la paz en estos momentos para que Brasil pueda avanzar. Esta manifestación es de una minoría golpista que no acepta el resultado de las elecciones y que predica la violencia. Una minoría violenta que será tratada con todo el rigor de la ley”, tuiteó.
Empresarios financian las protestas
El analista internacional, economista e historiador brasileño Tulio Ribeiro, en contacto con Ahora El Pueblo, declaró que estas tomas de infraestructuras del Estado en Brasil son una clara muestra de “golpe de Estado” y que está financiado por empresarios y compañías que tienen intereses para derrocar al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
“Esto ha sido planeado, tomando en cuenta que después de las elecciones los bolsonaristas vienen haciendo la solicitud para que el Ejército haga la toma del Gobierno con Bolsonaro al frente”, manifestó.
Sostuvo que este movimiento cuenta con el financiamiento de empresarios y compañías que apoyan al expresidente y que continuarán con los intentos de desestabilizar al actual Presidente.
Los ataques se centraron en las tres más importantes instituciones brasileñas, lo que demuestra que la gente ya tenia objetivos claros para hacer las tomas, no fue algo casual.
Mencionó que las principales autoridades, como el gobernador, casualmente están de viaje, lo que muestra que esto podría haber sido planeado con anticipación y lo que se buscaba es que la Policía no tenga la capacidad de reacción ante estos hechos.
Dijo que uno de los problemas del presidente Lula es que no cuenta con una mayoría en el Congreso, lo que dificulta mucho la gobernabilidad
Para el analista es muy difícil que con estas acciones se saque al presidente Lula del gobierno, ya que en Brasil la mitad de la población votó por él, dijo que se debe tomar en cuenta que la otra mitad apoya a Bolsonaro.
“Lo que pasó hoy no pasaría sino fuera porque esto tiene financiamiento por detrás, hay muchas protestas en las calles y camiones con bloqueos y esto necesita de mucha plata. Hay una acción muy fuerte”, indicó.