Fue vista por última vez el miércoles 7 de septiembre, cuando salió de su casa rumbo a la escuela.
Por Candelaria Schamun
María Elena Fernández agarra con sus dos manos un cartel de cartulina amarillo. Hace un rato escribió con letras rojas: “Daniela volvé, por favor, te extrañamos con todo el corazón”. Daniela Loayza desapareció a las nueve de la mañana del miércoles 7 de septiembre. La nena de 13 años nunca llegó a la escuela 6 del barrio porteño de Villa Lugano.
Como todos los días se despertó a las siete y media de la mañana, se recogió el pelo con un moño, se puso la campera de egresados negra con rayas blancas, el pantalón azul y las zapatillas grises con distintivos rosas. Le pidió a su mamá un poco de plata para comprarle una gaseosa a su maestra, que ese día cumplía años.
A las 8 salió de su casa de la manzana 15. Para hacer las 5 cuadras que la separaban del colegio siempre tardaba unos 10 minutos. Una mujer ahora dice que vio a Daniela en la esquina de la calle Pola y parque Victoria. “Estaba acompañada por un adulto que le dijo ´¡vení para acá´. Daniela se negó, pero el hombre, flaco, petiso, la agarro de la mano y se la llevó para el parque. Era un tipo de unos treinta años pero por la altura parecía de 15 años”, dice a Clarín Marta Sanchez, maestra de Daniela.
La señora que la vio por última vez también recordó que Daniela tenía en su mano la botella de gaseosa que le había comprado a su señorita y que estaba asustada.
Como en las marchas de Candela Rodríguez, los maestros salieron a la calle encabezando la movilización por Lugano, reclamando la pronta aparición de Daniela. Unas 100 personas caminaban ayer pegando afiches con la cara de la nena, mientras cantaban “¡Qué busquen a Daniela!”. El martes habrá otra marcha.
María Elena camina lento, dice que hace 3 días que no come ni duerme. Hace 4 meses que vinieron de Bolivia y alquilan una piecita dentro de la manzana 15.
“Mi hija no se fue, algo le pasó. No tiene celular porque el que tenía me lo quedé yo. Le prometí que para su cumpleaños, el 28 de septiembre, le iba a regalar uno”, dice la mujer, mientras se sopla la nariz, traga saliva y agrega: “Es la primera vez que pasa algo así”.
María Elena llegó a la casa a las 7 de la tarde, luego del trabajo. La casa estaba cerrada y pensó que su hija estaba en la casa de su abuela. Cuando la fue a buscar no estaba. Entonces llamó a una compañera de colegio y le dijo que Daniela no había ido a clase. Salió corriendo e hizo la denuncia en la comisaría 52. “Es una nena muy aplicada y sumisa. No creo que se haya ido por su cuenta. Es una nena que no grita nunca”, dice Marta.
El día que desapareció Daniela estaba contenta porque en la escuela le iban a festejar el cumpleaños a su maestra.