
El sábado 1 octubre me comentaron que circulaba en Internet una convocatoria para el dÃa siguiente a una protesta de residentes bolivianos frente a la Casa Blanca en defensa del Tipnis. Me pareció curioso, por lo que decidà averiguar de qué se trataba. Encontré varias convocatorias, pero una de ellas me llamó la atención en particular. Convocaba no sólo a protestar contra la construcción de la carretera, sino también a guardar un minuto de silencio por los “muertos” y “desaparecidos” entre los indÃgenas a causa de la represión del gobierno del presidente Evo Morales.
Desprestigian a Bolivia y a Evo
Al dÃa siguiente decidimos con mi esposa dar una vuelta por el lugar y el espectáculo que vimos fue lamentable.
Aproximadamente, 16 personas, bastante distanciadas unas de otras, caminaban formando un cÃrculo de unos doce metros de diámetro, desde cuyo centro un hombre con un megáfono difamaba al presidente boliviano Evo Morales.
Completaba la escena del entierro del Tipnis, o de los muertos del Tipnis, la mismÃsima muerte, vestida de verde y blanco con un letrero que decÃa Evo asesino.
Le creen ciegamente a la desinformación, pensé, porque quizá no sabÃan que no hubo un solo disparo en la disolución de la marcha y mucho menos muertos.
La problemática del Tipnis parecÃa pasar desapercibida por los manifestantes, más concentrados en insultar al presidente Morales de narcotraficante por querer construir lo que llamaron “la carretera de la cocaÃna”.
También de dictador, supuestamente por destruir la democracia al tener “presos polÃticos”, sin mencionar los delitos comunes por los que sus lÃderes están imputados en Bolivia, sus crÃmenes económicos contra el Estado boliviano, los cargos de terrorismo y alzamiento armado por los cuales gran parte de la vieja élite cruceña se convirtió en refugiada antes que en prófuga de la justicia.
Pidieron la invasión a Bolivia
PedÃan además la invasión a Bolivia con carteles y fotos incluidas que decÃan ‘Mubarak, Gadafi y el siguiente es Morales’ ¡No más dictadores!’. A través de esa violencia, exigÃan democracia en Bolivia acusando a la OEA y a las Naciones Unidas de vendidos al gobierno de Morales por no haber atendido sus quejas, obviamente infundadas.
Como último recurso, protestaban ante la Casa Blanca en un intento de apuntalar, a nombre del pueblo boliviano, la presión intervencionista que realiza contra la administración Obama la extrema derecha republicana.
“Estos no representan ni remotamente a Bolivia”, comenté al ver caras conocidas entre los manifestantes. “Tampoco a la comunidad boliviana en Virginia”, añadió mi esposa Elena Abolnik.
Reducido grupo
El grupo de participantes se reducÃa a los opositores polÃticos de Evo Morales y a los cruceños que se aglutinaban en torno al disuelto Comité pro Santa Cruz de Virginia, y ahora al carnaval cruceño y el DÃa de la Tradición.
Curiosamente ni los cruceños allà presentes eran una justa representación de Santa Cruz, mucho menos del pueblo boliviano. Elena y yo lo sabÃamos, a ciencia cierta, porque siendo ambos cruceños y miembros de organizaciones pro Bolivia conocÃamos también a otros cruceños y bolivianos que entienden claramente el valor del proceso de cambio en nuestro paÃs.
A Elena se le ocurrió pensar que quizá ellos no sabÃan, a excepción de los organizadores, lo que hacÃan al desprestigiar de ese modo a Bolivia. Puede ser, le respondÃ, pero nos retiramos comentando que lo expresado en la protesta seguÃa la lÃnea del discurso de la oposición boliviana cuando viene a Washington a pedir intervención en Bolivia, apoyada en el interés común que tiene en hacerlo su similar republicana.
Lo mismo dijeron en el Capitolio el 17 de noviembre de 2010, ante la cúpula republicana, Luis Nuñez, hablando en nombre de los cruceños, y VÃctor Hugo Velasco, en nombre de los indÃgenas.
Dos representaciones apócrifas que reflejaban la nueva alianza polÃtica de la oposición a Morales para fingir alguna conexión entre la ideologÃa conservadora de extrema derecha y los indÃgenas ahora convertidos en influyente electorado.
Sin embargo, la protesta no estaba ahà por casualidad. Era representativa de algo y lo que logré admitir que reflejaba era la inconsistencia de la causa opositora en Bolivia, unos pocos hablando barbaridades en nombre del pueblo boliviano. Gritando, mejor dicho insultando ante la frustración de quedarse cada vez más aislados en su fundamentalismo polÃtico-religioso, ante una mayorÃa abrumadora de bolivianos que entiende perfectamente la justicia del proceso de cambio.
Quizá les convendrÃa reflexionar sobre las consecuencias que tuvieron para el paÃs similares actitudes en el pasado. La oligarquÃa minera, que pedÃa intervención contra Busch y Villarroel, hizo posible el saqueo del estaño y las masacres de mineros. Los pedidos de intervencionismo contra Torres ocasionaron la dictadura de Banzer y la muerte de muchos bolivianos. Las quejas contra Lidia Gueiler produjeron el sangriento narco-Estado de Luis GarcÃa Meza, y aquellas contra Hernán Siles Suazo produjeron el neoliberalismo que en dos décadas entregó el paÃs a las transnacionales hasta dejarlo en despojos.
Imagen boliviana dañada
También les convendrÃa hacer un acto de contrición con respecto al daño que se le está haciendo a la imagen de la comunidad Boliviana en Washington DC., de parte de los polÃticos de oposición que desde su llegada a Estados Unidos han logrado la adhesión de algunas personas, las cuales parapetadas detrás de organizaciones con fines culturales los han inundado con propaganda polÃtica en forma constante y sistemática, propagando la desinformación que generan desde Bolivia.
Muy frecuentemente, nuestros actos tienen efectos impensados, de los cuales somos por siempre responsables, aunque por algún tiempo no podamos entenderlo claramente. Todos tenemos derecho a disentir y a expresarnos, pero es extremadamente peligroso promover la intervención polÃtico-militar a la tierra que nos vio nacer.
Por Juan Carlos Zambrana Marchetti
WASHINGTON, EEUU
Cambio.-